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Wednesday, March 21, 2012

Vigorosos y verdes

24 Febrero 2012

Vigorosos y verdes

David H. Roper
LEA: Salmo 92
… Estarán vigorosos y verdes. —Salmo 92:14
Biblia en un año:
Deuteronomio 26–28
En el Salmo 92, el poeta comienza con un elogio a la alabanza: «Bueno es alabarte, oh Señor». ¿Bueno para qué? Bueno para ti y para mí. A nuestra alma le hace inmensamente bien alejarse de la ansiedad mental y llenar las jornadas con alabanza expresada en oración; recibir cada mañana elevando cánticos de gratitud, porque nos colma de alegría. Nos saca de la angustia y reemplaza nuestra tristeza con cánticos de gozo ante «las obras de [sus] manos» (v. 4). ¿Y cuál es esa obra? ¡La que el Señor está haciendo en nosotros!
Esta es una de mis metáforas más preciadas: «El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes» (vv. 12-14).
Las palmeras son símbolos de una imponente belleza y los cedros de una fortaleza inquebrantable. Estas son las características de aquellos que han sido «plantados en la casa del Señor» (v. 13). Sus raíces se extienden hasta la profundidad del amor inagotable de Dios.
¿Te parece que tu utilidad para el Señor ha terminado? Permanece en la Palabra de Dios, arraigado y fundamentado en Cristo, y bebiendo de su amor y fidelidad. Entonces, al margen de la edad que tengas, darás fruto, y estarás vigoroso y verde.

La alabanza surge naturalmente cuando cuentas las bendiciones que tienes.

Se necesita ayuda

23 Febrero 2012

Se necesita ayuda

Bill Crowder
LEA: Hebreos 4:9-16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. —Hebreos 4:16
Biblia en un año:
Deuteronomio 23–25
Durante la Segunda Guerra Mundial, las islas británicas representaban la última línea de resistencia contra el avance de la opresión nazi en Europa. No obstante, bajo un incesante ataque y en peligro de caer, Gran Bretaña carecía de los recursos para triunfar en el conflicto. Por esa razón, el Primer Ministro británico Winston Churchill habló por la emisora de radio BBC y apeló al mundo, diciendo: «Dennos las herramientas y nosotros concluiremos la tarea». Sabía que sin la ayuda del exterior, no podrían soportar el ataque que estaban enfrentando.
La vida es así. Con frecuencia, no estamos preparados para enfrentar las dificultades que la vida nos presenta y necesitamos una ayuda que está fuera de nosotros. Como miembros del cuerpo de Cristo, esa ayuda puede, a veces, llegar de nuestros hermanos creyentes (Romanos 12:10-13) y esto es maravilloso. Sin embargo, en definitiva, buscamos ayuda de nuestro Padre celestial. La buena y gran noticia es que nuestro Dios nos ha invitado a acercarnos a su presencia con confianza: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» (Hebreos 4:16).
En tales ocasiones, nuestro mayor recurso es la oración, porque nos coloca en la misma presencia del Señor. Allí, en su gracia y misericordia, encontramos la ayuda necesaria.

Que la oración no sea tu último recurso en tiempos de necesidad, sino el primero.

Un muchacho común y corriente

22 Febrero 2012

Un muchacho común y corriente

Anne Cetas
LEA: Juan 10:31-42
… Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de éste, era verdad. —Juan 10:41
Biblia en un año:
Deuteronomio 20–22
Esteban era solo un muchacho común y corriente. Servía silenciosamente en una iglesia a la que yo asistía hace años. Ayudaba a preparar los elementos para la Cena del Señor, barría la nieve de las aceras de la iglesia en el invierno y cortaba el césped en el verano. Pasaba tiempo con los varones adolescentes que vivían solo son sus madres. Solía escucharlo cuando le contaba a la gente de la iglesia lo bueno que el Señor era con él. Durante la reunión de oración, no hablaba mucho de sí mismo, sino que nos pedía que oráramos por aquellos a quienes les hablaba del amor y del perdón de Jesús.
Un versículo de Juan 10, que habla de Juan el Bautista, me hace pensar en Esteban. La gente decía de él: «Juan, a la verdad, ninguna señal hizo; pero todo lo que Juan dijo de [Jesús], era verdad» (v. 41). Juan no hizo milagros como Jesús. No habló de sí mismo, sino que vino «para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él» (1:7). Dijo acerca del Señor: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (1:29). Mi amigo Esteban también daba testimonio de esa Luz.
Nuestra meta, como seguidores de Cristo, es hacer lo mismo: dar «testimonio de la luz». Somos simplemente personas comunes y corrientes que servimos a Dios en nuestro pequeño rincón del mundo. Con nuestras acciones y palabras, ¡indiquémosles a otros el camino hacia la Luz!

Los creyentes son personas comunes consagradas a una Persona fuera de lo común: Cristo.

Monday, February 20, 2012

¿Remolón?


21 Febrero 2012

¿Remolón?

Cindy Hess Kasper
LEA: Proverbios 6:6-11
Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir?… —Proverbios 6:9
Biblia en un año:
Deuteronomio 17–19
Mientras estudiábamos el libro de Proverbios en mi grupo pequeño de estudio bíblico, nuestro líder sugirió que cambiáramos la descripción de una persona ociosa y usáramos el término remolón en vez de perezoso (6:6, 9). Ah, entonces sí había empezado a hablar mi idioma. De inmediato, comencé a pensar en todas las personas que considero remolonas.
Por ejemplo, los hombres y las mujeres que no enseñan ni disciplinan a sus hijos. O el muchacho que se niega a ayudar con las tareas de la casa. O aquellos adolescentes que descuidan los estudios y pasan todo el día jugando en sitios de Internet.
Si somos sinceros, todos somos susceptibles a caer en esto. ¿Qué podemos decir de ser «remolón para orar» (1 Tesalonicenses 5:17-18), o «remolón para la leer la Biblia» (Salmo 119:103; 2 Timoteo 3:16-17), o «remolón para ejercitar los dones espirituales» (Romanos 12:4-8) o «remolón para testificar» (Mateo 28:19-20; Hechos 1:8)?
Si no estamos haciendo lo que sabemos que Dios quiere que hagamos, somos indudablemente remolones espirituales. En realidad, cuando rehusamos obedecer a Dios, estamos pecando.
Presta atención a las desafiantes y convincentes palabras del libro de Santiago: «al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado» (4:17). No seamos remolones espirituales.
Podemos poner excusas para no obedecer a Dios, pero Él sigue llamándolo desobediencia.

Remedio para el miedo


20 Febrero 2012

Remedio para el miedo

Joe Stowell
LEA: Salmo 34:1-10
Busqué [al] Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. —Salmo 34:4
Biblia en un año:
Deuteronomio 13–16
En su discurso inaugural, en 1933, Franklin D. Roosevelt, el recién elegido presidente de los Estados Unidos, se dirigió a la nación que aún no se había recuperado de la Gran Depresión. Esperando despertar una perspectiva más optimista en cuanto a la crisis económica, declaró: «¡A lo único que tenemos que tenerle miedo es al miedo!».
El miedo suele aparecer en nuestra vida cuando corremos el riesgo de perder algo: riquezas, salud, reputación, posición social, seguridad, familia, amigos. Revela nuestro deseo innato de proteger lo que más nos importa en la vida, en vez de entregarlo plenamente al cuidado y control divinos. Cuando el miedo se impone, nos incapacita emocionalmente y debilita nuestra vida espiritual. Tenemos temor de hablarles a otros de Cristo, de disponer de nuestra vida y recursos para ayudar a los demás o de aventurarnos hacia terrenos desconocidos. Un espíritu temeroso es más vulnerable al ataque del enemigo, el cual nos tienta para que no seamos fieles a las convicciones bíblicas y nos hagamos cargo personalmente de las cosas.
Por supuesto, el remedio para el miedo es la confianza en nuestro Creador. Solo cuando confiemos en la realidad de la presencia, el poder, la protección y la provisión de Dios en nuestra vida, podremos compartir el gozo que experimentaba el salmista, cuando dijo: «Busqué [al] Señor, y él me oyó, y me libró de todos mis temores» (Salmo 34:4).
Confiar en el Señor es el remedio para un espíritu temeroso.

Sunday, February 19, 2012

Una palabra del Señor


19 Febrero 2012

Una palabra del Señor

David C. McCasland
LEA: 1 Samuel 3:1-10
… la palabra del Señor escaseaba en aquellos días… —1 Samuel 3:1
Biblia en un año:
Deuteronomio 10–12
El destacado predicador y teólogo Helmut Thielicke (1908-1986) soportó una gran oposición de parte del régimen nazi, en Alemania, durante las décadas de 1930 y 1940. Sin embargo, se mantuvo fiel a la proclamación de la presencia de Dios y el poder de Jesucristo durante un período desconcertante y difícil. El erudito Robert Smith dijo que, cuando Thielicke abordaba problemas y asuntos actuales en sus sermones, «buscaba responder la pregunta: “¿Hay algo que el Señor quiera decir?”».
¿Acaso no es esto lo que cada uno de nosotros está buscando hoy? ¿Qué ha dicho Dios que nos fortalezca y guíe para atravesar las dificultades y las oportunidades que enfrentamos?
En 1 Samuel 3, se describe un período en el que «la palabra del Señor escaseaba en aquellos días» (v. 1). Cuando Dios le habló al joven Samuel, el muchacho pensó erróneamente que estaba llamándolo el anciano sacerdote Elí. Este le dijo que respondiera a la voz de Dios, diciendo: «Habla, Señor, porque tu siervo oye» (v. 9). Samuel escuchó, y llegaron a conocerlo como un hombre que vivía fielmente y sin temor, «porque el Señor se manifestó a Samuel en Silo por la palabra del Señor» (v. 21).
Cuando abramos la Biblia, escuchemos un sermón o nos detengamos a orar, es un maravilloso ejercicio decir: «Señor Jesús, háblame. Estoy listo para escuchar y ansioso de obedecer».
Dios habla a través de su Palabra a los que escuchan con el corazón.
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Saturday, February 18, 2012

Despertar preguntas


18 Febrero 2012

Despertar preguntas

Julie Ackerman Link
LEA: Éxodo 12:1-13
… estad siempre preparados para presentar defensa […] de la esperanza que hay en vosotros. —1 Pedro 3:15
Biblia en un año:
Deuteronomio 7–9
Cuando enseño, a veces uso la expresión «cuestionar la autoridad», para captar la atención de mis alumnos. No estoy invitándolos a desafiar mi autoridad, sino que los insto a hacerme preguntas. Algunos expertos en educación dicen que se aprende más cuando los maestros contestan preguntas que cuando imparten información. Por naturaleza, todos damos mayor prioridad a lo que queremos saber que a lo que alguien quiere decirnos.
Desde luego, ambos tipos de enseñanza son aceptables, pero la inducción a formular preguntas es uno de los primeros métodos que aparece en las Escrituras. Incluso antes de que los israelitas salieran de Egipto, el Señor le indicó a Moisés que instituyera una práctica que despertaría interrogantes. La celebración de la Pascua tenía dos propósitos: les recordaría a los adultos la liberación provista por Dios e induciría a los hijos a preguntar sobre el tema (Éxodo 12:26).
«Por qué» quizá sea una pregunta molesta, pero también puede ser una maravillosa oportunidad de dar una razón de nuestra fe (1 Pedro 3:15). En vez de volvernos impacientes cuando los demás hacen preguntas, podemos dar gracias de que tengan una mente y un corazón dispuestos a aprender. Las preguntas nos dan la oportunidad de responder con amor y prudencia, al saber que nuestras palabras pueden tener consecuencias eternas.
Las preguntas sinceras pueden generar respuestas que aumenten la fe.

Friday, February 17, 2012

Lado a lado


17 Febrero 2012

Lado a lado

Randy K. Kilgore
LEA: Deuteronomio 6:1-9
… las repetirás a tus hijos […] estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. —Deuteronomio 6:7
Biblia en un año:
Deuteronomio 4–6
En el álbum de mi familia hay una foto de mi hija a los cuatro años de edad trabajando a mi lado y usando un martillo de juguete para reparar el revestimiento de la casa. Ese día, trabajamos lado a lado; ella imitaba todos mis movimientos, absolutamente convencida de que también estaba arreglando nuestro hogar. Pocas veces he disfrutado más una tarea. En la foto, es evidente que ella también está contenta.
Esa fotografía me recuerda que nuestros hijos imitan la mayoría de las cosas que ven en nosotros: palabras y acciones. También elaboran su imagen de Dios por lo que observan en nuestra manera de actuar como padres. Si somos severos y despiadados, es probable que también vean al Señor del mismo modo. Si somos distantes y fríos, les parecerá que Dios es igual. Uno de nuestros deberes más importantes como padres es ayudar a que nuestros hijos vean a Dios claramente; en especial, la naturaleza incondicional de su amor.
Puedo imaginar que el álbum de fotografías de mi relación con el Señor tiene una imagen similar. De Él, estoy aprendiendo a vivir la vida, a amar y a hacer de ese amor una parte incesante de mi ser. Después, el Señor me muestra cómo enseñarles a otros (Deuteronomio 6:1-7).
Que Dios nos conceda el privilegio de conocerlo a Él y la sabiduría para transmitirles ese conocimiento a otros.
Para enseñarles bien a tus hijos, deja que Dios te enseñe a ti.

Thursday, February 16, 2012

¿Estás desanimado?

16 Febrero 2012

¿Estás desanimado?

Dave Branon
LEA: Salmo 116:1-6
Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. —Salmo 46:1
Biblia en un año:
Deuteronomio 1–3
Como he escrito muchos artículos y un libro sobre cómo enfrentar las pérdidas en la vida, tengo el privilegio de conocer a muchos que, como yo, luchan a lo largo de nuestra travesía en este mundo. Una de mis nuevas amigas es una mamá cuya hija de 21 años murió repentinamente en el 2009, lo cual la dejó desequilibrada. Me dijo: «Me siento como marginada del mundo normal. Estoy destruida y tengo el alma abrumada de tristeza».
En verdad, las pérdidas que experimentamos pueden derribarnos, ya sea que se trate de la muerte de un pariente, de un hijo que se aleja de Dios y de la familia o de alguna dificultad física o mental.
No obstante, lo que he descubierto es algo que el músico Jeremy Camp explicó en una canción que escribió después de la muerte de su esposa en el 2001: Cuando las dificultades te derriben, recuerda que «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1). Esta es una razón suficiente para volver a levantarnos. Camp describió su lucha en la canción titulada Comprender. Preguntaba: «¿Por qué no puedo volver a levantarme?». Entonces, reconoció que podía hacerlo porque «sé que tú, Señor, comprendes todo».
Cuando los problemas nos derriben, podemos mirar hacia arriba. Dios está allí. Él nos comprende y se preocupa por nosotros. No es fácil, pero podemos confiar en que el Señor nos ayudará a volver a levantarnos.

El cielo es donde más se sienten las angustias de la tierra.

Wednesday, February 15, 2012

Más, más y más

15 Febrero 2012

Más, más y más

Jennifer Benson Schuldt
LEA: Filipenses 4:10-20
… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. —Filipenses 4:11
Biblia en un año:
Números 34–36
Ahora que mi hija está aprendiendo a hablar, ha adoptado una palabra favorita: más. Dice «más» y señala una tostada con mermelada. Extendió la mano y dijo «¡más!» cuando mi esposo le dio algunas monedas para poner en su alcancía. Una mañana incluso exclamó: «¡Más papi!», cuando su padre salió para el trabajo.
Tal como mi pequeñita, muchos miramos a nuestro alrededor y pedimos «más». Lamentablemente, nunca hay nada que nos baste. Necesitamos el poder de Cristo para romper el ciclo y ser capaces de decir como Pablo: «… he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación» (Filipenses 4:11).
La frase «he aprendido» me dice que el apóstol no enfrentaba todas las situaciones con una sonrisa. Aprender a contentarse requiere ejercitación. Su testimonio incluía altibajos que abarcaban desde la picadura de una serpiente hasta la salvación de almas, desde las acusaciones falsas hasta la fundación de iglesias. Sin embargo, declaró que Cristo era la respuesta para satisfacer el alma. Dijo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (v. 13). Jesús le había dado la musculatura espiritual necesaria para soportar momentos difíciles y evitar el peligro de la abundancia.
Si descubres que estás buscando «más, más y más», recuerda que el contentamiento llega cuando tienes «más» de Cristo.

El verdadero contentamiento no depende de nada de este mundo.

Tuesday, February 14, 2012

14 Febrero 2012

Beneficios de la amistad

Dennis Fisher
LEA: Eclesiastés 4:9-12
Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. —Eclesiastés 4:9
Biblia en un año:
Números 31–33
Cicerón fue uno de los pensadores más grandiosos del Imperio Romano. Fue un talentoso orador, abogado, político, lingüista y escritor. Aún hoy se lo cita por su clara prosa y su práctica sabiduría.
Por ejemplo, sobre la amistad, escribió: «La amistad promueve la felicidad y abate la tristeza al duplicar nuestro gozo y dividir nuestro dolor». Entendía cuál era el doble beneficio de tener amigos a lo largo del camino de la vida.
Casi mil años antes, el rey Salomón también había escrito sobre el valor de los amigos. En Eclesiastés, leemos: «Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante» (4:9-10). Sin duda, una vida sin amigos hace que nuestra peregrinación sea solitaria y difícil de soportar.
Aquel famoso romano y ese rey judío tenían razón: Los amigos son importantes. Sirven de confidentes, consejeros y colaboradores para sobrellevar las cargas.
Piensa en tus amigos. ¿Has estado descuidando a aquellos que Dios te ha provisto para compartir las alegrías y las tristezas? Si es así, trata de localizar a alguno de ellos para reunirte durante esta semana. Recuerda esto: «Mejores son dos que uno», porque un amigo puede duplicar nuestras alegrías y dividir nuestras tristezas.

Los amigos son flores en el jardín de la vida.

Monday, February 13, 2012

Alas como de paloma

13 Febrero 2012

Alas como de paloma

David H. Roper
LEA: Salmo 55:4-22
Y dije: ¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría. —Salmo 55:6
Biblia en un año:
Números 28–30
David suspiraba mientras decía: «¡Quién me diese alas como de paloma! Volaría yo, y descansaría» (Salmo 55:6). En mi caso, construiría una cabaña en medio de las montañas o me apostaría permanentemente en una torre de vigía. Cuando la vida me agobia, yo también anhelo salir volando y descansar.
David escribió abiertamente sobre sus circunstancias: Violencia, opresión y luchas lo acosaban de todas partes, generadas por la deslealtad de un viejo amigo (55:8-14). El miedo y el terror, la angustia y el temblor, la ansiedad y la desazón lo abrumaban (vv. 4-5). ¿Es extraño que deseara salir volando?
Pero era imposible escapar. No podía esquivar su destino. Solamente podía entregarle a Dios sus circunstancias: «En cuanto a mí, a Dios clamaré; y el Señor me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz» (vv. 16-17).
Independientemente de cuáles sean nuestras circunstancias (un ministerio agobiante, un matrimonio difícil, falta de trabajo o una profunda soledad), podemos entregárselas al Señor. Si Él cargó el peso de nuestros pecados, ¿acaso no quitará el agobio de nuestras angustias? Si le hemos confiado nuestra alma eterna, ¿no podemos entregarle nuestras circunstancias actuales? «Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará…» (55:22).

Como Dios nos cuida, podemos entregarle nuestras angustias.

Sunday, February 12, 2012

Oración sin contestar

12 Febrero 2012

Oración sin contestar

Philip Yancey
LEA: Romanos 11:26-36
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos… —Isaías 55:9
Biblia en un año:
Números 25–27
El apóstol Pablo tenía un deseo primordial: que los judíos aceptaran al Mesías que él había encontrado. Dijo: «… tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser […] separado de Cristo, por amor a mis hermanos» (Romanos 9:2-3). Sin embargo, ciudad tras ciudad, lo rechazaban a él y al Cristo del que predicaba.
En su carta más destacada, Pablo expuso como su obra maestra (Romanos 9–11) un apasionante pasaje donde luchaba abiertamente con la gran oración sin respuesta de su vida. Reconoció un importante beneficio colateral de este desalentador proceso: Que los judíos rechazaran al Señor había hecho que los gentiles lo aceptaran. Concluye que Dios no había rechazado a los judíos, sino que, por el contrario, tenían la misma oportunidad que los gentiles. El Señor había ampliado, no reducido, su abrazo a la humanidad.
La prosa de Pablo empieza a elevarse cuando retrocede para observar el cuadro completo. Después, estalla esta doxología:
¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33).
Todos los misterios sin resolver y las oraciones sin responder se disipan ante el panorama del plan de Dios a lo largo de la historia.
Al final, las oraciones no contestadas me enfrentan con el misterio que enmudeció a Pablo: la profunda diferencia entre mi perspectiva y la divina.

La oración da poder para caminar sin desmayar. —Chambers

Saturday, February 11, 2012

Pacto con mis ojos

11 Febrero 2012

Pacto con mis ojos

Jennifer Benson Schuldt
LEA: Job 31:1-4
Hice pacto con mis ojos… —Job 31:1
Biblia en un año:
Números 21–24
Un amigo nuestro es experto en informática. Una noche, cuando nuestra familia fue de visita a su casa, observé un versículo bíblico pegado en el monitor de su computadora: «Hice pacto con mis ojos…» (Job 31:1). Evidentemente, entendía el potencial peligro de pasar horas a solas delante de un ordenador con fácil acceso a imágenes indecentes.
El «recordatorio del versículo» de nuestro amigo es una cita de Job, y sigue así: «¿Cómo, pues, había yo de mirar a una virgen?». Como muchos de nosotros, Job se había comprometido a mantenerse alejado de la lujuria. Al reflexionar en esa promesa, dijo: «¿No ve [Dios] mis caminos, y cuenta todos mis pasos?» (v. 4). La Biblia nos asegura que lo hace (Hebreos 4:13) y que somos responsables delante de Él. Por esta razón, los creyentes deben apartarse «de fornicación» (1 Tesalonicenses 4:3). Aunque algunos desean debatir sobre cuáles son los límites de la inmoralidad, la Biblia dice: «… cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» (Mateo 5:28).
Si has hecho un pacto con tus ojos, considera cómo pueden las Escrituras ayudarte a cumplir tu promesa. Pega un versículo en el monitor de tu computador, en el televisor o en el tablero de tu automóvil, y recuerda: «… no nos ha llamado Dios a inmundicia», sino a santidad (1 Tesalonicenses 4:7).

Una mirada que se prolonga puede generar pasiones descontroladas.

Friday, February 10, 2012

Defectuoso

10 Febrero 2012

Defectuoso

Cindy Hess Kasper
LEA: Génesis 27:6-23
… mi poder se perfecciona en la debilidad… —2 Corintios 12:9
Biblia en un año:
Números 18–20
Un actor famoso comentó que le gustaba representar en las películas personajes «con defectos» porque la gente podía relacionarse mejor con los individuos imperfectos. Casi todos coincidiríamos en que es más fácil entender a la gente que no es perfecta porque sabemos que nosotros también somos así.
Dios incluyó en la Biblia historias de personas mentirosas, débiles, desleales y coléricas. Por ejemplo, tomemos a Jacob, que engañó a su padre para recibir una bendición (Génesis 27:1-29). Después, tenemos a Gedeón, que desconfiaba tanto del Señor que le pidió que le demostrara dos veces que cumpliría fielmente lo que le había dicho que haría (Jueces 6:39). Y, más tarde, allí está Pedro, que por miedo a que lo mataran, negó incluso conocer a su amigo y Señor (Marcos 14:66-72).
No obstante, cuando leemos el resto de los relatos, observamos que estas personas, con la ayuda de Dios, pudieron superar sus defectos y serle finalmente útiles. Esto ocurrió cuando dependieron del Señor y no de sí mismos.
Tal como aquellas personas que vivieron hace miles de años, cada uno de nosotros nace con defectos, pero, por la gracia de Dios, podemos superar esas imperfecciones al aferrarnos a su «poder [que] se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).
Es bueno aprender de nuestras debilidades si ellas nos hacen depender de la fortaleza de Dios.